top of page

La contaminación marítima también es un problema del comercio exterior

A propósito de los recientes cambios normativos que regulan, modifican y/o adicionan el estatuto en materia aduanera de Colombia, cuyo engranaje normativo se encamina a mejorar la logística y reducir los trámites exigidos para las operaciones de comercio exterior


Miguel Ángel Medina Ávila


El Decreto 659 de 2024, el cual modifica el actual estatuto aduanero Decreto 1165 de 2019, donde al realizar un examen cuidadoso, esta pretende aumentar las acciones de prevención del contrabando y fortalecer la seguridad en las fronteras y los lugares de arribo de mercancías al territorio nacional, sin que se haga mención especial, en al menos uno de sus apartados, sobre la importancia de la preservación o conservación del medio ambiente donde mayormente se hace el intercambio del comercio internacional, con lo cual, el enfoque del impacto ambiental con la transacción de bienes en el territorio nacional aduanero en su articulado es nulo e irrelevante para la norma.


La Resolución 185 de 2024, del 18 de octubre de 2024, que reglamenta parcialmente varias disposiciones del Decreto 659 de 2024 y a su vez modifica y/o adiciona varios artículos respecto de la Resolución 46 de 2019, mantiene el mismo espirito comentado, agilizar los trámites aduaneros para un intercambio más expedito en cuanto a una importación o exportación, sin que en ella se entrevea un sentido ambiental puesto en escena. En este sentido, la Resolución 185 refuerza y complementa los avances establecidos en la Resolución 46, al actualizar ciertos aspectos que optimizan los procedimientos y facilitan la gestión aduanera, queriendo una simplificación administrativa en materia de comercio exterior.


Estudios recientes han revelado que aproximadamente el 80% del transporte en el comercio internacional se realiza a través de mares y océanos. El Reporte de Transporte Marítimo de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) es un informe anual que examina el estado y las tendencias del comercio marítimo global.  Este informe ofrece un análisis exhaustivo sobre el desempeño del transporte marítimo, las principales rutas comerciales, el tamaño y la capacidad de la flota mundial, así como los retos y las oportunidades que enfrenta el sector, han demostrado que el transporte marítimo internacional va en aumento, desde la capacidad de flota utilizadas hasta el posible crecimiento del volumen de intercambio en función de los productos, donde resaltamos los siguientes aspectos:


•    Crecimiento del comercio marítimo: En 2023, el comercio marítimo global aumentó un 2,4% en volumen, alcanzando 12.292 millones de toneladas, y el comercio en "ton-miles" creció un 4,2%. Además, se espera que en el 2024 crezca un 2%, impulsado por la demanda de productos básicos como el hierro y los granos. Sin embargo, persisten riesgos debido a las tensiones geopolíticas y la crisis climática.


•    Aumento de la capacidad de la flota: En 2023, la capacidad de la flota mundial creció un 3,4%, lo que superó el crecimiento del comercio marítimo. Sin embargo, esta expansión podría generar un exceso de capacidad si las rutas se estabilizan.


El comercio internacional ofrece la posibilidad de invertir en nuevos productos, mejorar las capacidades productivas y aumentar la riqueza de la población. La importación beneficia tanto a empresas como a emprendedores, ya que les permite acceder a maquinaria, tecnología y suplir la escasez de ciertos productos o materias primas. Cerca del 61% de las exportaciones del territorio nacional aduanero – TAN – están fuertemente concentradas en materia prima, combustibles. Todo esto tiene un alto costo desde la perspectiva del cambio climático y las externalidades relacionadas con contaminación. No solo la quema de combustibles fósiles atenta e impacta al medio ambiente, estudios revelados por Greenpeace Sudeste Asiático y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) han concluido “aproximadamente 4,5 millones de muertes prematuras cada año están relacionadas con la contaminación del aire causada por la quema de combustibles fósiles”. La dependencia de las exportaciones de recursos naturales y el consumo elevado de productos importados contribuyen a la degradación ambiental, afectando el equilibrio ecológico global y acelerando los efectos del cambio climático.


El impacto medio ambiental en función de depender del 80% según lo destaca el Instituto de Salud Global de Barcelona, sobre el intercambio de mercancías, mediante mares y océanos que en la actualidad el transporte marítimo apenas supone el 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono. En bruto, esta cifra puede parecer inofensiva, sin embargo, remitiéndonos a los datos suministrados por la revista el Nuevo Orden Mundial comparando con otras fuentes de emisión cobra relevancia: la aviación, un medio de transporte con cuya contaminación la sociedad está mucho más concienciada, acumula el 2% de las emisiones de CO2 globales, un punto porcentual menos.


ree

El consumo de combustible en las distintas embarcaciones varía significativamente dependiendo de su tamaño, tipo de motor y diseño. Un buque de tamaño estándar, por ejemplo, tiene un consumo mínimo de aproximadamente 200 litros por hora, lo que refleja la enorme cantidad de energía requerida para mantener una estructura tan grande en movimiento. En comparación, un yate con motor diésel, más pequeño, pero igualmente potente, consume alrededor de 130 litros por hora, lo que resalta la diferencia en la eficiencia del combustible entre embarcaciones de diferentes capacidades. Este contraste en los niveles de consumo refleja no solo las diferencias en el diseño y la potencia de cada embarcación, sino también las implicaciones ambientales de su uso, ya que las embarcaciones que requieren más combustible fósil tienen un impacto mayor en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y contaminación marina.


Colombia, en el marco de la implementación de su estrategia de modernización, ha desarrollado el Plan de Modernización, Renovación y/o Ascenso Tecnológico de la Flota Acuática de Transporte. Este plan representa una oportunidad clave para optimizar la flota de transporte acuático en el país. Además, evalúa el estado actual del transporte marítimo y establece cuatro directrices fundamentales para su evolución, acompañadas de propuestas concretas:


1.       Reconocimiento de la fase inicial de innovación: Se reconoce que Colombia está en las primeras etapas de adopción de tecnologías innovadoras, y que el mercado de la movilidad sostenible aún está en una fase temprana.

2.       Liderazgo y fortalecimiento institucional: Se subraya la necesidad de contar con un liderazgo sólido y de reforzar las instituciones para promover eficazmente este cambio hacia un sistema de transporte más sostenible.

3.       Proyectos piloto como herramientas de validación: Se destaca la importancia de implementar proyectos piloto para probar y ajustar las estrategias propuestas.

4.       Mecanismos de seguimiento y mejora continua: Finalmente, se enfatiza la urgencia de establecer sistemas efectivos para el seguimiento y la mejora continua de los procesos y resultados.


Como es de notar, no es un panorama nada alentador; la escasa voluntad política en asumir la transición hacia la protección de los sistemas ambientales en Colombia adecua uno de los múltiples factores que confluyen en situar al territorio nacional en una posición de vulnerabilidad frente a los retos globales. Esta es una tarea ardua y compleja, que parece no tener fin. Las instituciones, aún poco conscientes de la magnitud de la crisis ambiental, enfrentan serias limitaciones en términos de preparación y recursos. No es claro la razón del por qué ante la cumbre liderada por la Organización Marítima Internacional – OMI – del pasado 2023, por parte de Colombia se halla delegado a la Dirección General Marítima y Portuaria (Dimar) y no se tenga presencia y representación por la máxima cartera del estado nacional, liderada esta por la actual ministra de ambiente Susana Muhamad, así lo denuncia Daniela Quintero en su columna de opinión del Espectador; “Colombia retrocede en su ambición para reducir las emisiones de gases de los buques”. Esta falta de capacidad y voluntad institucional forma parte del problema, ya que impide la implementación de un marco normativo efectivo que permitan a Colombia adaptarse a las nuevas exigencias ambientales globales.


Lo cierto es que, a pesar de los esfuerzos que se están realizando, Colombia aún se resiste en adaptarse a los desafíos ambientales derivados del crecimiento del sector marítimo en función de la creciente contaminación y el cambio climático, sumada a la escasa inversión en tecnologías limpias, mantiene a Colombia en una situación de vulnerabilidad frente a las demandas de sostenibilidad y competitividad internacional. Además, el incumplimiento de compromisos internacionales como el Convenio MARPOL y el Convenio para la Protección y el Desarrollo del Medio Marino de la Región del Gran Caribe refleja, cuya obligación de adoptar medidas para proteger y conservar los ecosistemas marinos y costeros en el Caribe han sido poco notables, aumentando la brecha crítica entre las obligaciones globales y las acciones nacionales. Esta desconexión perpetúa un modelo de desarrollo marítimo que no está alineado con las nuevas exigencias en términos de reducción de emisiones y protección de los ecosistemas marinos. Sin un marco regulatorio actualizado y una inversión decisiva en soluciones innovadoras, Colombia seguirá estando rezagada en la lucha contra la contaminación y el cambio climático.

Comentarios


IUS AMBIENTE_SIN FONDO_edited.jpg
1/4

Publicaciones recientes

bottom of page